Maridaje de vinos y jamón ibérico
La sensación de comer un buen jamón ibérico de Extremadura difícilmente puede ser superada, aunque la experiencia nos ha demostrado que la degustación conjunta del jamón con un buen vino roza la perfección culinaria.
Tradicionalmente ha existido la creencia de que al tratarse el jamón de una carne grasa, el acompañante ideal era un buen vino tinto, envejecido durante años en barricas de madera. El desarrollo en el arte de la degustación de ambos productos nos lleva a nuevas combinaciones que buscan acrecentar el placer que siente el consumidor al degustar uno de estos dos populares productos por separado.
Sin duda el fino y la manzanilla son dos de los mejores ejemplos de un buen maridaje vino-jamón. Sus matices intensos envuelven la textura y el delicioso gusto del jamón, ensalzado aún más sus virtudes. Sin duda constituyen una unión en la que ambos elementos salen muy beneficiados.
Otro claro ejemplo de vinos que casan perfectamente con el jamón ibérico son el amontillado y el oloroso seco. Siempre evitando los toques muy dulces, que si bien hubo un tiempo en que se creían buenos compañeros, se ha demostrado que los toques excesivamente dulces enmascaran el delicado sabor del jamón ibérico, no permitiéndonos disfrutar de su excelente gusto.
Los vinos jóvenes y aromáticos no aguantan en cambio la comparación con el jamón, por lo que no casan como debieran con el producto ibérico, y no constituyen una combinación recomendable para degustar conjuntamente ambos productos. Tan solo algunos vinos blancos, ligeramente envejecidos en madera pueden acompañar a un jamón ibérico de curación media y sin grandes matices gustativos.
Todo lo contrario ocurre con los vinos tintos. Los vinos tintos jóvenes y ligeramente secos se combinan a la perfección con el jamón ibérico de Extremadura. Este efecto se acrecienta cuando hablamos de vinos de crianza envejecidos en maderas nobles, ya que aporta un exquisito gusto a la combinación, sin enmascarar el sabor del jamón ibérico, pero es condición fundamental que haya un equilibrio entre el contenido de alcohol y la acidez.
Los delicados vinos de reserva y gran reserva no han sido tradicionalmente un buen compañero de viaje del jamón ibérico, al imponer un protagonismo excesivo que puede llegar a enmascarar el delicado sabor del jamón ibérico de Extremadura.
Una cuestión fundamental a la hora de degustar el jamón ibérico de Extremadura y definir su perfecto maridaje es la forma en la que se va a cortar el jamón. Si bien la manera más lógica y tradicional es el corte en finas lonchas que favorecen la transmisión de matices gustativos durante la cata, no es extraño encontrar aquellos que prefieren degustarlo con el típico corte “a dados”. En este corte que puede parecer para algunos un sacrilegio, encontramos que casa perfectamente con una amplia gama de vinos, desde los más jóvenes hasta los grandes reservas, pasando por los apreciados crianza.
Por supuesto, la última palabra la tiene cada consumidor de manera individual, y es que el mejor maridaje vino-jamón es aquel que para cada persona saca lo mejor de esta “perfecta pareja”: de la unión de los deliciosos vinos y del exquisito jamón ibérico de Extremadura.